Cuando voy camino hacia el Jardín Botánico junto a uno de mis hijos, el más pequeño, para reunirme con una de mis mejores amigas , sus tres retoños y su pareja, ya se va sintiendo la emoción de poder volver a respirar en medio de una pandemia que nos ha alejado de lo que nos humaniza, el volver a estar en contacto con la tierra, la flora y fauna, poder sentir el sol, y las risas de mi pequeño me llenó de alegría y todo se olvida, sólo existe el presente…
La travesía llegar hasta la laguna alentando a nuestros hijos “vamos caminemos llegaremos a ver a los patitos”, entonces todos a pesar de que mi amiga venía de una historia compleja de contagio de COVID de su familia, es como si todo volviera a la normalidad… Llegamos a la laguna, y hay muchas familias, alegres, risueñas, relajadas… ya las cámaras sólo sirven para dejar registro de tan bello momento. Mi pequeño hijo y yo nos sentimos libres, muy cerca de la laguna, los patos o gansos, pasan tan cerca que mi hijo se asusta y yo lo calmo, por medio de esta confianza en sí mismo, podemos hablarle a los patitos y guardar este momento especial.
No significa que han desaparecido las preocupaciones de la vida cotidiana, ni Covid con todas sus consecuencias, es un instante que se guarda en la memoria para recordar y luego respirar, y seguir de regreso a casa.
Mariajosé, Reflexiones Mes de Julio